Por fin dejamos atrás el estado de alarma. ¿Y ahora qué? Pues ahora toca seguir siendo prudentes para no tener que volver a vernos en las mismas. Es verdad que da mucho respeto planificar vacaciones, tan especiales como necesarias. Pero ha llegado la hora de renovar energías y enfrentarnos a esta nueva etapa postconfinamiento.
¿Y AHORA QUÉ?
> MANTÉN LO APRENDIDO
Hacer pan, tocar un instrumento, hacer yogar, tejer, meditar, aprender un idioma o, en mi caso empezar a coser a máquina, han sido algunos de los aprendizajes que nos llevamos del confinamiento. ¿Por qué dejarlo ahí? Si te han ayudado en esta etapa de tu vida tiene todo el sentido que sigas disfrutando de ellos. Además, al haberlos instaurado como hábito no te costará encontrarles un rato entre la semana. Ya has hecho lo más difícil: empezar.
Sí como yo, te interesa darle al pedal. Te animo a que conozcas Morucha Cucamona. Su taller ‘Empieza a coser esta tarde’ me dio el empujón que necesitaba. Y así sigo, tanto con costura creativa como con esa menos vistosa pero práctica y necesaria.
> RECUPERA LOS BUENOS HÁBITOS
Entre bizcochos, galletas y donuts (todos caseros, eso sí) endulzamos el confinamiento a los más pequeños. Y los mayores, pues una Coca Cola por aquí, unas aceitunas para acompañar el aperitivo por allá… Y todo eso sumado a la menor actividad física termina por pasar factura.
Por suerte, llega el verano con sus ensaladitas, sus macedonias y sus cremas frías, que además de estar riquísimas te refrescarán en un periquete. (Aquí tienes una buena selección de recetas para mitigar el calor… ¡toma nota!). Y no te olvides de tomarte un helado… o dos si son pequeños.
> DISFRUTA DE LAS VACACIONES
Aunque llevemos mascarillas, tengamos que guardar las distancias y haya que extremar las medidas de higiene, las vacaciones siguen siendo vacaciones. Desconecta, disfruta y descansa. Recarga las pilas como más te apetezca. Tal vez ese viaje soñado tenga que esperar, pero míralo por el lado positivo: esta puede ser la ocasión para descubrir otros sitios o lugares más cercanos pero igual de mágicos.
Habernos visto privados de hacer tantas cosas cotidianas nos ha hecho darnos cuenta de lo afortunados que éramos al poder salir cuando quisiéramos, abrazar y besar a nuestros familiares y amigos, pasear por el campo, caminar por la ciudad sin rumbo fijo (y sin mascarilla) o tomarnos un café tranquilamente en la barra de un bar. No olvidemos ésto, seamos prudentes, responsables y siempre muy agradecidos.